Ni tan siquiera es sólo el sitio ideal, ubicado en el corazón de la ciudad, para poder celebrar fiestas privadas o eventos de empresa…
El Paraigua es todo esto y mucho más. Un espacio polivalente, justo detrás de la plaza St.Jaume, abierto a todos aquellos que les guste disfrutar de los cócteles, degustar buenas tapas y excelentes vinos y dejarse llevar por la buena música con la mejor compañía en un local lleno de encanto y repleto de historia.
La inauguración del bar El Paraigua tuvo lugar el 5 de abril de 1968 reaprovechando y readaptando toda la decoración de una tienda modernista fundada a principios del s.XX, dedicada a la venta de paraguas y abanicos.
Esta tienda, denominada Gallés, fundada en 1902 y ubicada en la calle Arcs número 5, fue derribada en 1967. Así, el propietario de la tienda vendió al decorador y escenógrafo Josep M. Espada la decoración del establecimiento. Todos los elementos ornamentales fueron desmontados pieza a pieza y, a partir de aquí, Espada realizó un nuevo diseño para adaptarlos a un local más pequeño, cercano a la plaza de Sant Jaume, destinado a ser un bar. Los hermanos Yagüe fueron los encargados de restaurar todas las piezas de madera de boj y adaptarlas estructuralmente a su nuevo espacio.
Toda la ornamentación es de origen modernista, desde la barra hasta el techo, pasando por las lámparas y los apliques y la famosa caja registradora de 1898.
Antes de entrar en el establecimiento, lo primero que destaca es el portal de acceso, ya que lo que ahora son los paneles de los dinteles fue, en origen, el rótulo de la tienda de paraguas donde todavía se puede ver marcado en la madera el número de la calle en la que se encontraba la tienda. La parte inferior de la barra, completamente de madera, se realizó a partir de los paramentos que coronaban las vitrinas en las que se colocaban los paraguas. Por otra parte, para hacer el techo, se aprovecharon las puertas correderas que cubrían unos cajones en los que se guardaban los estantes expositores de los abanicos de la tienda. De igual modo se procedió con los arrimaderos de las paredes, que, en este caso, tenían una función similar en origen, y con todos los marcos de los espejos que cubren las paredes del bar. Es decir, se redecoró un espacio de dimensiones mucho más pequeñas, sobre todo en altura, con la decoración totalmente desmontada de la tienda original,
En los años ochenta, se decidió ampliar el local habilitando el sótano con bóvedas de origen medieval perteneciente a las bodegas del convento de las monjas de la Enseñanza.
En la restauración de este espacio se conservaron el suelo original, las bóvedas y las paredes de piedra, la más antigua de las cuales se fecha ya en el siglo XI. Parte de estas paredes se recubrieron con grandes espejos que generan un juego de reflejos que no deja indiferente al visitante.
La joya de este espacio se encuentra en la misma barra de la coctelería, enmarcada por dos columnas doradas integrantes de un antiguo altar barroco.